Introducción
Al término de la Guerra de Reforma, la república vivía
serios conflictos económicos que obligaron al gobierno a suspender los pagos de
la deuda externa contraída con Inglaterra, Francia y España. Como respuesta, se
formó una alianza entre estos tres países europeos con la intención de exigir
el pago de la deuda que les correspondía.
Para enero de 1862 los ejércitos de las tres potencias desembarcaronen
territorio mexicano. Los tres dirigentes de las misiones entraron a negociar
con el gobierno de Juárez. Tras reconocer la mala situación en la que se
encontraba el gobierno, el ministro de México logró llegar a un acuerdo con los
representantes de España e Inglaterra quienes poco después retiraron a sus
tropas del país.
Sin embargo, los franceses se negaron a aceptar el trato
y anunciaron que ocuparían México. Las tropas invasoras avanzaron desde la
costa del golfo de México hacia el centro del país. Ocuparon la ciudad de
México en 1863 y desde entonces el gobierno comenzó a trasladarse a varios
puntos de la República, mientras los franceses seguían ocupando la capital. Fue
hasta 1866 que Francia decidió retirarse dada la situación en la que se
encontraba su país después de la Guerra de Sucesión estadounidense y la posible
guerra contra Prusia.
Antecedentes
Los conflictos entre liberales y
conservadores generaban una constante inestabilidad en el país que culminó
cuando el general conservador Félix Zuloaga lanzó el Plan de Tacubaya. El plan
exigía la redacción de una nueva constitución en lugar de la de 1857. El
presidente, Ignacio Comonfort, estaba a favor del Plan, mientras que el
presidente de la Suprema Corte de Justicia, Benito Juárez, defendía la
Constitución vigente. Este conflicto llevó a una guerra que duró tres años. Los
liberales triunfaron y Benito Juárez puso fin a la Guerra Civil con su llegada
al poder en 1861.
El gobierno constitucionalista regresaba triunfante a la
capital de la república. Después de derrotar a los conservadores en la Guerra
de Tres Años, los liberales celebraban con esperanza el comienzo de un nuevo
gobierno. Pero en la capital, la clase política liberal no veía los beneficios
que se suponía iban a resultar de la restauración del orden constitucional. Algunos
continuaron exigiendo la anulación de la Constitución de 1857 y propusieron que
solo se siguieran las Leyes de Reforma. Otros, pedían una dictadura liberal que
gobernara según las necesidades revolucionarias pero sin la ayuda de
Juárez.
El gobierno juarista no parecía satisfacer a nadie. Con
el tiempo comenzaron a formarse grupos dentro de los liberales. En septiembre
de 1861, casi la mitad del Congreso pidió que Juárez renunciara. Los diputados
en contra del presidente afirmaban que su incompetencia había detenido la
Revolución, además de que había perdido el amor del pueblo. Fue en medio de la
creciente hostilidad de los grupos liberales donde Juárez tuvo que enfrentarse
a un problema todavía mucho mayor: la bancarrota de la hacienda pública.
El tesoro a nivel estatal y nacional se vio afectado por la
inevitable Guerra Civil que llevó a la devastación económica del país. La
federación tenía que afrontar los pagos de la deuda pública interior por gastos
de combate en la guerra y sin la colaboración de los estados. Por esto, el
gobierno de Juárez tuvo que afrontar los problemas bancarios con solo los
ingresos provenientes de la federación y con la venta de bienes nacionalizados.
También se pensó en usar las riquezas de la iglesia dado que el Estado se
apropió de ellas.
Pero los compromisos con proveedores y prestamistas
durante la guerra no tardaron en absorber el dinero de los productos
nacionalizados, y la riqueza eclesiástica resultó no ser tan grande.
La
deuda externa
El gobierno, desesperado y sin saber cómo reducir más el
presupuesto, optó por declarar una moratoria sobre los pagos de la deuda
externa y las convenciones diplomáticas firmadas con Inglaterra, Francia y
España. Es decir, suspendió el pago de las deudas que tenía con estos tres
países por dos años en lo que se restauraba la economía nacional.
La
intervención tripartita
El nuevo gobierno republicano y las tres potencias
implicadas llevaban ya desde hace tiempo una relación conflictiva. Con España
empezaron los problemas desde los primeros años de independencia pero fue a
partir del rompimiento de las relaciones diplomáticas en 1857 que se formó un
grupo español que exigía una invasión militar a la antigua colonia. Por otra
parte, el gobierno liberal estaba implicado en la extracción de plata de la
delegación inglesa que Leonardo Márquez, militar mexicano, había efectuado. En
cuanto a Francia, el gobierno de Napoleón III tenía intensiones de instaurar
una monarquía en México.
Por estos motivos, al enterarse de la suspensión de pagos
de la deuda externa, Francia, España e Inglaterra inmediatamente rompieron
relaciones con el gobierno mexicano y formaron una alianza tripartita.
Acordaron actuar conjuntamente para hacer una intervención militar e invitaron
a Estados Unidos a unirse. Pero este país, aunque aceptó el derecho que tenían
las potencias de rebelarse contra el deudor, declinó la oferta ya que por el
momento se encontraba en medio de su propia guerra civil.
A pesar de que existían acuerdos básicos entre las tres
naciones(como exigir el pago de la deuda, sin intervenir en los conflictos
internos de México), cada país tenía razones diferentes para invadir México.
Los
motivos de las potencias
De las tres potencias, quien tenía los planes más
sencillos era Inglaterra. El gobierno británico no le interesaba más que cobrar
lo que se le debía. Si bien hubiera querido que México tuviera un gobierno más
estable y sólido con una monarquía, sabía que Estados Unidos no toleraría un
príncipe europeo. Por lo tanto, esperando negociar un acuerdo, solo envió a setecientos
hombres.España, por el contrario, tenía varios proyectos y aspiraciones para
recuperar el territorio que había perdido. Envió el contingente de tropas más
grande: seis mil hombres. Pero las ambiciones e intereses de los españoles estaban
muy alejados de la realidad.
Los planes de Francia iban más allá de los motivos
financieros. Para Napoleón III, esta intervención representaba la oportunidad
de establecer la monarquía que desde 1840 varios conservadores mexicanos habían
esperado. Además de la enorme riqueza natural que ofrecía México a la industria
francesa por su posición geográfica inmejorable.
Los
preliminares de la Soledad: Francia se queda sola
En diciembre de 1861 llegaron las primeras tropas
españolas a Veracruz y un mes después se unieron las inglesas y francesas. El
gobierno juarista, consciente de la situación, mostró de inmediato su
disposición para negociar con las potencias aliadas.
El texto conocido como “Los Preliminares de la Soledad”,
pedía el reconocimiento de las tres potencias al gobierno de Benito Juárez a
cambio del restablecimiento de los pagos a la deuda externa. A raíz de estos
acuerdos, las reclamaciones de Inglaterra quedaron satisfechas y las
pretensiones de España terminaron. Los planes de Francia, en cambio, parecían
haber fracasado. Su intervención por la suspensión de pagos de la deuda solo
había sido una excusa para invadir el país.
Cuando los franceses no aceptaron los tratados de la
Soledad, dejaron en manifiesto sus verdaderos intereses en México. El 9 de
abril de ese año, tras una breve discusión entre los representantes de las tres
potencias, se dio por rota la alianza tripartita. Las tropas inglesas y
españolas abandonaron Veracruz a principios de Mayo. No obstante, el ejército
francés permaneció en el país para iniciar la segunda invasión francesa.
La
Batalla de Puebla
Las tropas francesas avanzaron con facilidad a la ciudad
de Puebla. Pero el 5 de mayo de
1862, los detuvo el llamado Ejército de Oriente
bajo el mando del general Ignacio Zaragoza, ayudado por comunidades indígenas
como los indios zacapoaxtlas de la Sierra de Puebla.
El triunfo en la Batalla de Puebla, en términos
militares, no significó la derrota de los franceses. Sin embargo, el 5 de mayo
representa una victoria muy importante para el pueblo de México, ya que los
mexicanos habían logrado vencer a un ejército que en ese momento era
considerado el mejor del mundo.
El
Sitio de Puebla
Después de la primera derrota, Napoleón III decidió remplazar
al general Lorencez por un jefe profesional y de gran experiencia llamado Élie
Forey. Asimismo, reforzó su ejército mandando a veteranos de las guerras de
África.
El ejército se dirigió a Veracruz para preparar su
segunda incursión, a la vez que se solicitaba a París el envío de refuerzos. A
finales de ese año llegaron dos divisiones bajo el mando del general Forey con
veintiocho mil hombres, a los que se agregaron siete mil mexicanos comandados
por los generales conservadores Juan Nepomuceno Almonte y Leonardo Márquez.
Este ejército se puso en marcha hacia Puebla a principios de marzo de 1863.
Para entonces, el Ejército de Oriente ya contaba con
varias fuerzas a su disposición dirigidas por generales de mucho prestigio como
Miguel Negrete y Porfirio Díaz. El ejército estaba comandado por el general
Jesús González Ortega que había asumido el mando luego de que Ignacio Zaragoza
muriera en septiembre del año pasado de tifus.
Los
invasores llegaron a la ciudad el 16 de marzo pero la batalla comenzó formalmente
el 21. Los soldados franceses lograron vencer a la defensa del fuerte en San
Xavier y en La Guadalupita con dificultades. Después avanzaron con dirección al
zócalo de la ciudad, pero en el transcurso fueron sorprendidos por la fuerza
comandada por Porfirio Díaz.
En
el libro,Memorias de Porfirio Díaz, escrito
por Matías Romero y dictado por el mismo Porfirio Díaz, se describe muy bien lo
vivido en la batalla de San Agustín el 2 de abril de 1863:
“En esos momentos disparé contra los franceses (…) al grado de que abandonaron el patio que ya ocupaban y se replegaron al zaguán (…) quedando solamente el cabo. Entre él y yo cargamos de nuevo la pieza, cuando se adelantó sobre nosotros un zuavo que probablemente habría matado al cabo, si yo no salgo a su defensa. Saqué al efecto mi pistola; pero era tan mala, pues mis cortos recursos no me habían permitido comprar una buena, que se me desarmó y me quedé con el puño en la mano, el cañón en el carcax y el cilindro rodó por el suelo; arrojé el puño de la pistola al pecho del zuavo y me adelanté sobre él, pero sintiendo un golpe se creyó sin duda herido, porque había muchos disparos en esos momentos y regresó al zaguán en donde estaban sus compañeros.
Como
a las diez y media de la noche todo había concluido en la manzana de San
Agustín (…) salí con la tropa suficiente a cerrar la brecha que había abierto
la artillería enemiga y a establecer allí la defensa, obra costosa para
nosotros, porque la hacíamos bajo el fuego de fusilería; pero al fin la
terminamos y quedamos en mediano estado de defensa para el caso de que la
brecha volviera a ser atacada, como lo fue el día siguiente”(Romero,
1892. 261-262).
La Batalla de Camarón
Dada
la resistencia presentada por los mexicanos a mediados de abril, el mando
francés realizó un Consejo de Guerra en el que se planteó dirigirse
directamente hacia la Ciudad de México. Sin embargo, el general Forey decidió
mantenerse en el Sitio de Puebla el tiempo necesario para cobrar la derrota del
5 de mayo.
Pero
el tiempo pasaba y los alimentos comenzaban a escasear. El 29 de abril de 1863
un escalón francés partió al puerto de Veracruz con la misión de abastecer las
tropas francesas con víveres, oro y materiales. El destacamento estaba formado
por 62 hombres al mando del coronel Pierre Joseph.
Al
día siguiente, mientras recorrían el lugar, el ejército mexicano llegó a
atacar. La primera batalla la ganaron los franceses gracias a la artillería,
pero las tropas mexicanas consiguieron refuerzos. El capitán Danjou recibió un
disparo y falleció. Sus soldados continuaron resistiendo a pesar de estar en
completa desventaja y solo se rindieron cuando fueron invitados por el coronel
mexicano Milán a retirarse.
Tiempo
después, el ejército mexicanotambién comenzó a padecer hambre y escasez de
municiones. Tras dos meses de heroica resistencia, González Ortega convocó un
Consejo de Guerra en el que se decidió entregar la ciudad. Las fuerzas
francesas entraron a Puebla el 19 de mayo de 1863 y continuaron avanzando hacia
la capital sin oposición.
La invasión
Tras
la caída de Puebla, el gobierno de Juárez consideró la situación perdida y
ordenó cargar los archivos para abandonar la ciudad el 31 de mayo. Diez días
después la capital les daba la bienvenida a los soldados de Napoleón. Los
conservadores los recibieron como héroes y de inmediato comenzaron los
preparativos para la instauración de un sistema monárquico.
Mientras
tanto, la caravana presidencial llegaba a Dolores, Hidalgo, esperando instalar
allí el gobierno. Pero el general conservador Tomás Mejía se encontraba en la
zona y hubo que continuar hacia el norte, hasta San Luis Potosí. El gobernador
de ahí entregó a Juárez el edificio de gobierno para usar el lugar como un
gobierno provisional.
Las
fuerzas republicanas resistieron al avance francés en varias ocasiones. En
Tabasco, frenaron a los franceses al derrotarlos en la Batalla de El Jahuactal
el 1 de noviembre. La ciudad de Tampico fue bloqueada por guerrilleros
republicanos y en el sur, Porfirio Díaz y su ejército obstaculizaban el paso de
México a Veracruz.
A
pesar de esto, el ejército francés que superaba ya los 45 mil hombres, tomó la
capital del estado de San Juan Bautista. Para entonces ya ocupaban también los
territorios de Tlaxcala, Toluca y, muy pronto, Querétaro. El 9 de noviembre, el
general imperial Márquez llegó a San Luis Potosí, solo días después de que
Juárez trasladara su gobierno a Saltillo.Para 1864, la invasión francesa ya
ocupaba Guadalajara, Aguascalientes y Zacatecas.
Debido
a la reducción de territorio mexicano, Benito Juárez se vio obligado una vez
más a trasladar su gobierno, esta vez a Monterrey. La situación estaba cada vez
peor para los republicanos, incluso varios generales como Manuel Doblado y
González Ortega le pidieron a Juárez su renuncia para poner fin a la guerra.
Pero
el 27 de febrero de 1864 pasó algo que regresaría la esperanza a México. Las
fuerzas federales tabasqueñas al mando del coronel Gregorio Méndez Magaña
lograron derrotar a los franceses en la memorable Toma de San Juan Bautista,
recuperando la capital del estado y dando nuevos ánimos para continuar la
lucha.
Maximiliano de Habsburgo
La
derrota de los republicanos se hacía cada vez más evidente, a excepción de
algunas batallas ganadas por el ejército mexicano. Entonces Napoleón III acordó
instaurar el Imperio que no había podido restaurar desde el emperador Agustín I
de México, todo para convertir a México en una potencia que pudiera
contrarrestar el poder que E.U. estaba ganando en América.
El
Partido Conservador comenzó con la búsqueda de un príncipe europeo con
aptitudes para gobernar el territorio. El nuevo emperador tenía que ser católico
y debía respetar las tradiciones de la nación. Durante meses se discutieron los
posibles candidatos, pero fue Napoleón III quien propuso al archiduque
Maximiliano de Austria.
El
archiduque no estaba del todo convencido de aceptar el trono del nuevo Imperio.
Pero la delegación de notables convocó un voto popular en el cual los mexicanos
expresaron su deseo de que se restaurara la monarquía. Y aunque las votaciones
solo se hicieron en la Ciudad de México, esto fue suficiente para convencer a
Maximiliano de gobernar el Imperio.
El
28 de mayo de 1864, llegó Maximiliano al puerto de Veracruz. En su travesía a
la Ciudad de México se dio cuenta de lo destruido que había quedado el país por
la guerra, pero no dejó de apreciar los
hermosos paisajes que la nación le ofrecía. Al llegar a la ciudad, se instaló
en el Castillo de Chapultepec y lo usó como residencia. Durante su gobierno,
construyó museos y trato de conservar la cultura mexicana, uno de sus primeros
actos fue restringir las horas de trabajo y cancelar las deudas altas de los
campesinos. También prohibió las “tiendas de raya” y restauró la propiedad
común.
Con
el tiempo, el gobierno de Maximiliano de Habsburgo se interesó más por México y
por su gente. Los objetivos de su administración ahora estaban orientados a la
justicia y el bienestar de los mexicanos. Pero la política de Maximiliano resultó ser más
liberal que lo que sus partidarios conservadores pudieron tolerar. Muchos
conservadores mexicanos retiraron su apoyo, mientras que algunos liberales se unieron al nuevo régimen.
Los
liberales más republicanos encabezados por Benito Juárez continuaron buscando
la derrota del imperio por todos los medios. El apoyo de Estados Unidos fue un
elemento crucial en la guerra contra los franceses. Sobre todo porque no
deseaban la presencia de una monarquía europea en América, posición expresada
en la Doctrina Monroe.
Al
final, fueron los cambios políticos internacionales los que ayudaron a los
republicanos. La Guerra Civil en Estados Unidos había terminado y los
americanos estaban listos para apoyar al gobierno de Juárez. Por otra parte,
Francia se enfrentaba a serios problemas en Europa y necesitaba a sus tropas de
regreso en el país, lo que permitió el avance de las tropas republicanas a al
centro de México.
De
esta manera el Imperio se quedo solo. Maximiliano pensó entonces en abdicar y
regresarse a Austria, pero sus consejeros lo convencieron de quedarse. En 1867,
el ejército imperial se marchó a Querétaro. Pero el 15 de mayo del mismo año,
la ciudad fue tomada por las tropas republicanas al mando de Mariano Escobedo.
Maximiliano y sus dos generales, Miguel Miramón y Tomás Mejía, fueron
sentenciados a pena de muerte y fusilados el 19 de junio de 1867 en el Cerro de
las Campanas.
Finalmente,
el 15 de julio de 1867, Benito Juárez entró a la ciudad de México. A raíz del
triunfo republicano el gobierno de México rompió relaciones con todos los
países que reconocieron a Maximiliano, Estados Unidos no fue uno de ellos.
Conclusión
La
Segunda Intervención Francesa no fue más que un intento de establecer una
monarquía europea en América. Estados Unidos se encontraba en medio de la
guerra de Sucesión y no podía hacer nada ante la injerencia de Europa en el
continente. Por lo tanto, cuando se anunció la suspensión del pago a la deuda
externa, Francia vio la oportunidad de instaurar una monarquía en México para así
quitarle poder a los norteamericanos. Pero después de cinco años de invasión,
debido a problemas políticos, las tropas francesas finalmente se retiraron,
dejando a México devastado y con una deuda aún mayor a la que ya tenía.
El
gobierno mexicano heredaba una economía inestable y la sociedad mexicana
continuaba dividida en liberales y conservadores. Sin embargo, el fin del
segundo conflicto contra Francia marcó el comienzo de una nueva época para
México. En los próximos diez años, se darían los primeros pasos para la
recuperación del país en el periodo mejor conocido como la República
Restaurada.
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